El miedo en la práctica docente
humanista
El programa nacional de formación en el área
de lengua es una invitación a enseñar aprendiendo a desaprender las estructuras
de dominación impuesta por un sistema capitalista plagado de individualismo,
fragmentaciones, dominación. Un sistema que nos formó para ser consumidores y
consumidoras, no sólo de objetos sino también de conocimiento que sólo sirve
para saber, más no para aplicar. Un sistema que lleva implícito la existencia
de clases dentro de las clases y de allí que existan estructuras de dominio que
se forman frente a nosotros, pero que no sabemos criticar porque no fuimos
formados para cuestionar nada, sino para entender cuál es el papel de la clase
dominada frente a una clase dominadora, que no siempre tiene por qué ser una
clase burguesa. Digo no siempre, porque en el aula de clase la docente y el
docente tradicional ejerce esa función de dominio al tener una visión de mundo
que denota poder, supremacía frente a errónea creencia de estar educando a unos
estudiantes ignorantes.
Por supuesto, también está la visión del docente y de la docente que
aún sintiendo que algo no está bien y queriendo ser crítica, crítico de su
propia práctica, le cuesta mucho trabajo aceptar que debe cambiar. Pareciera
que se niega a ser cuestionada, cuestionado, criticada, criticado. Pareciera Sentir
temor a decir que está aprendiendo lo
cual es terriblemente contradictorio porque se puede interpretar como miedo a “dejar de ser lo que se es” (el profesor, profesora, maestro, maestra que
todo lo sabe). Y con respecto a este proceso considero la pertinencia de permitirnos expresar, que de este proceso estamos aprendiendo
(tutores, tutoras, facilitadores, facilitadoras
y participantes) y no sólo eso, sino permitirnos disfrutar que en igualdad de condiciones,
cualquiera de los antes mencionados, mencionadas nos haga entender que estamos
equivocados, equivocadas, porque si no permitimos eso vamos a seguir
proyectando la falsa imagen de supremacía en el conocimiento, un divorcio entre
teoría y práctica. Adecuando el pensamiento de Gramsci a la educación sería
algo más o menos así… La muerte de una
práctica, que en este caso es la docente,
que no acaba de morir y el nacimiento de
una nueva práctica docente que no termina de nacer.
En relación con lo antes mencionado,
considero que cada clase debería iniciar con una autoevaluación y una
coevaluación que permita evidenciar los desaciertos y los aciertos de la clase del día anterior.
Esto constituiría una posibilidad de aprender enseñando a ser personas con
conciencia crítica, capaces no sólo de cuestionarnos sino de ser cuestionados para
ser cada día mejor. Finalmente, considero que
no podemos seguir llenándonos la
boca para decir que la visión de la micromisión es formar docentes humanistas y
en la práctica ser contra humanistas y demostrarlo al seguir manteniendo la
noción de supremacía, poder y control del pensamiento en el aula.
Marbelys Landaeta
Al ser evaluados(as) creceríamos no solo como docentes sino también como personas porque podríamos comprender lo que los demás ven en nostros(as) que por distintas razones no podemos ver.
ResponderBorrarHola María gracias por comentar. Comparto tu opinión. Tienes mucha razón.
BorrarBuenas noches colegas. Enamorada de este proyecto. permitirnos ser evaluados y aceptar cuando algo no esta marchando bien en nuestras practicas docentes, nos dan luces y orientan a seguir crecindo profesionalmente y como persona para la vida.
ResponderBorrarCoincido totalmente contigo Adriana. Gracias por comentar.
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