Educación en tiempos de guerra económica.

Desaprendiendo sobre estructuras de dominación entiendo que la educación tiene
una deuda moral con la liberación porque siempre se nos ha dicho que existen productos de primera necesidad
(papel higiénico, leche, toallas sanitarias, pañal, azúcar, aceite,
desodorante…). Realmente, la idea de crear una cartera de productos de primera
necesidad surgió con la intención de proteger a consumidoras y a consumidores, garantizándole
el acceso a dichos bienes y es por ello que el estado creó medidas para controlar alzas de precio y
acaparamiento. Ahora bien, según mi juicio al internalizar que existen
productos de primera necesidad, se asume como verdad que no es posible vivir
sin ellos. Fue precisamente “esa verdad” la que utilizaron los dueños y las dueñas de
empresas privadas y los distintos medios de comunicación. Inicialmente crearon matrices de opinión en
las que decían que el papel se estaba escaseando. Recuerdo que al comienzo
nadie prestaba atención pero llegó un momento en el cual las personas
comenzaron a llevarse el papel higiénico en grandes cantidades. Claro está ya
estaba calando la idea de la escasez y poco a poco fueron incorporando cada uno
de los artículos de “primera necesidad” y así llegamos a la realidad actual.
En oposición a lo que expresa la escasez
surge la pregunta ¿por qué hay servilletas y papel higiénico no? ¿Por qué hay
queso en grandes cantidades además de yogurt pero leche no? (excelentes
preguntas para la discusión). Eso por citar algunos casos. El punto es que ya
en la actualidad nos encontramos con una sociedad enferma, con personas
enfermas que hacen colas en sitios donde se presume que viene un camión con
productos que no saben si necesitan y en otros casos con hombres y mujeres que hacen colas
para comprar productos como “pepitos regulados” ¿Quién reguló ese producto? No
creo que haya sido el estado, sino una
mente macabra que tal vez tenía ese producto a punto de caducar y decidió hacer
una publicidad acorde a "la realidad" actual.
Por supuesto, en este momento histórico
puedo decir con toda responsabilidad que la educación tiene el deber de
rescatarnos y mostrarnos opciones alternas que permitan darnos cuenta de que
podemos mejorar nuestros hábitos alimenticios. “La escasez” nos ha dado el
motivo perfecto para comer mejor, porque no habiendo por ejemplo aceite, entonces el plátano se podría comer
sancochado, al vapor o asado y lo mismo podríamos hacer con el pollo y el
pescado. Por otro lado, si se trata del azúcar refinada (sacarosa) entonces el
papelón es buena opción y en casos más saludables la eliminación total de la
misma, porque para mantener los niveles necesarios de azúcar en nuestro cuerpo
basta con comer frutas.
A lo largo de la historia, nos hicieron
creer que necesitábamos la leche de vaca y no concibo en mi mente la idea de
una fórmula infantil, también llamada leche maternizada, que sale de una vaca
que tiene cuatro estómagos, produce leche para sus becerros que también tienen
cuatro estómagos pero contrariamente es consumida por hombres, mujeres, niños y
niñas que tienen un solo estómago. Ahora, si bien es cierto que la leche de
vaca tiene mucho calcio, no es menos cierto que al cuerpo no asimilarlo
completamente muchas personas corren el riesgo de padecer artritis, reumatismo,
artrosis entre otras enfermedades del colon y estómago... Considero que desde
la educación es posible crear conciencia sobre lo que consumimos y realmente
necesitamos porque si el objetivo es ser libres y felices todas y todos
deberíamos conocer que el ajonjolí es una excelente fuente de calcio. De hecho
tiene más calcio que la leche de vaca y es 100% asimilable.
Por otro lado, nos enseñaron a odiar nuestra menstruación,
nos dijeron que era sucia, hedionda y
como solución nos ofrecieron unas toallas sanitarias desechables que
“solucionaban el problema personal” y de forma inconsciente estuvimos comprando
y usando toallas sanitarias con olor, sin olor, grandes, pequeñas, súper
absorbentes, nocturnas, con alas, sin alas... Un día, a propósito de la guerra
económica decidieron arrodillarnos y las escondieron, pero eso no es un
problema porque podemos hacer nuestras propias toallas sanitarias reutilizables,
a la par hacer los pañales ecológicos para los niños y las niñas y de esta
forma ayudamos a preservar el ambiente generando menos contaminación.
Es cierto que la arepa es un alimento muy
venezolano pero el que hayan escondido la harina de maíz no significa que no
podamos disfrutar de una arepa porque existe el maíz y en consecuencia podemos
hacer arepas de maíz pelao (naturales y saludables) y en caso de que le resulte
muy incómodo entonces puede reemplazarla por verdura o casabe y lo mismo se
puede hacer si no tiene arroz. Ahora, si la mortificación de cabeza se deriva
por “la escasez” del desodorante les recuerdo que el cogollo de guayaba es
excelente para el mal sudor, si no tiene mata de guayaba entonces un limón con
bicarbonato es una muy buena opción.
En otro orden de idea, quiero acotar que
si usted sale y se da cuenta de que están vendiendo algún producto de los
mencionados o cualquier otro que necesite, y ve la oportunidad de comprarlo
porque no hay mucha cola, entonces cómprelo pero pare de sufrir y de hacer
sufrir a familiares. Es inaceptable que existan
niños y niñas que no asisten a clases o que
cuando llegan a los salones se duermen porque desde tempranas horas de La
mañana salen con su padre, madre, representante o responsable a buscar alguno
de los productos citados acá. Así como también adultas y adultos que abandonan
a sus hijos e hijas largas horas, para
salir a “cazar productos” cuando la solución consiste en crear un plan alterno (comprar
productos sustitutos) que no genere desgaste, ansiedad, angustia y que mucho
menos permita justificar y mantener por medio de la compra, prácticas inhumanas
de bachaqueo.
Ya para finalizar, considero que en esta
deuda de la educación es imperativo que los espacios educativos de la micromisión
o cualquier otro (escuela, liceos) no se conviertan en sitios para lamentos y
quejidos sino en espacios para la liberación, guiados por facilitadoras,
facilitadores, maestras, maestros, profesores, profesoras que conocen y asumen
su responsabilidad en este momento histórico que estamos viviendo.
Marbelys Landaeta